Puedo imaginarme la estupefacción del cliente cuando descubre que el todopoderoso técnico ha olvidado su herramienta sobre la máquina. La misma del paciente cuando descubre que el cirujano ha extraviado el móvil de última generación en algún recodo de su intestino. Pero no, que no cunda el pánico. Hay que vencer esa primera pulsión que nos incita a jurar en arameo. Porque a la vista está que no es un destornillador comprado en los chinos, no. Es uno de profesional, insustituible, la herramienta que le da el áurea de saber ex catedra, en cada circunstancia, como el Papa, lo que es menester. El notario, por ejemplo, se hace respetar no porque haya superado la oposición más dura de cuantas haya sino porque, a la hora de la verdad, despliega ante nuestra vista para que firmemos la hipoteca no un simple bic-cristal sino una portentosa pluma ante cuya contemplación nos sentimos acojonados y que nos lleva a calibrar la autoridad de ese profesional por la maravilla de su herramienta que tiembla en nuestras manos. Por tanto, el destornillador del técnico reparador de neveras es un talismán, una mascota, y si yo me encontrara esa reliquia sobre mi frigorífico no dudaría en enviarle un mensaje exigiéndole un elevadísimo rescate acorde con la importancia que se deduce de las facturas. Hala, pues, y suerte.
3 comentarios:
... como tener un tío en Graná ...
Nini tengo un blog:esconditedepablo.blogspot.com/
Puedo imaginarme la estupefacción del cliente cuando descubre que el todopoderoso técnico ha olvidado su herramienta sobre la máquina. La misma del paciente cuando descubre que el cirujano ha extraviado el móvil de última generación en algún recodo de su intestino. Pero no, que no cunda el pánico. Hay que vencer esa primera pulsión que nos incita a jurar en arameo. Porque a la vista está que no es un destornillador comprado en los chinos, no. Es uno de profesional, insustituible, la herramienta que le da el áurea de saber ex catedra, en cada circunstancia, como el Papa, lo que es menester. El notario, por ejemplo, se hace respetar no porque haya superado la oposición más dura de cuantas haya sino porque, a la hora de la verdad, despliega ante nuestra vista para que firmemos la hipoteca no un simple bic-cristal sino una portentosa pluma ante cuya contemplación nos sentimos acojonados y que nos lleva a calibrar la autoridad de ese profesional por la maravilla de su herramienta que tiembla en nuestras manos. Por tanto, el destornillador del técnico reparador de neveras es un talismán, una mascota, y si yo me encontrara esa reliquia sobre mi frigorífico no dudaría en enviarle un mensaje exigiéndole un elevadísimo rescate acorde con la importancia que se deduce de las facturas. Hala, pues, y suerte.
Publicar un comentario